30 de junio de 2012

Bialystok

Catedral de Bialystok
Situada 195 Km al noreste de Varsovia y muy cerca de las fronteras con Bielorrusia, Rusia y Lituania encontramos Bialystok, una de las ciudades universitarias por excelencia del país. Gracias a su situación privilegiada, es un punto estratégico de máxima importancia para la pujante economía polaca. La forma más fácil de llegar es en tren desde Varsovia, unas 3 horas de trayecto atravesando extensos bosques por solo 45 zlotys.



La mayoría de visitantes que recibe Bialystok  vienen por la cercanía del Parque Nacional de Bialowieza, hogar del bisonte europeo, pero nosotros nos centraremos en la ciudad. Al llegar uno tiene la sensación de que ha abandonado realmente la, digamos Europa occidental, es como si lo que esperabas al llegar a Varsovia, esa vaga imagen que nos hacemos de la Europa comunista y que en la capital casi no veías aquí pudieses palparlo. A primera vista todo parece decadente, olvídate incluso de hablar inglés en las oficinas de turismo, por suerte al final, con gestos se llega a todas partes.

 Nada más salir de la estación debes de coger un bus que te llevará al centro urbano, o dar un paseo de alrededor de 30 minutos, no hay máquinas donde comprar los billetes por lo que tendrás que acudir a algún kioski a comprarlo por 2,60 zlotys. Una vez llegues al corazón de la ciudad te darás cuenta de que toda esa imagen romántica del este ha desaparecido, y es que podemos encontrar cualquiera de las franquicias occidentales sin ningún tipo de problema en sus centros comerciales. La zona a visitar, el eje existente desde el Palacio Branicki, actual Universidad Médica de Bialystok y la Iglesia de San Roque, es relativamente pequeña, lo único que cogerá lejos es la Iglesia del Espíritu Santo, de rito ortodoxo que está cerca de la estación de tren. Durante el recorrido pasaremos junto a la Catedral de Bialystok, ante la cual se abrirá la atípica, por su forma triangular, Plaza Mayor de la ciudad, en la que se encuentra el antiguo Ayuntamiento hoy Museo de histórico de la ciudad. En el entorno de la misma se encuentra el monumento en honor a Zamenhof, creador del esperanto, así como varios palacios de la aristocracia que contrastan con edificios de la era socialista. Es una zona perfecta para hacer un descanso, o parar a comer en alguno de sus varios restaurantes o locales de comida rápida, para luego continuar en dirección a la Iglesia de San Roque pasando primero por el templo ortodoxo de San Nicolás. 

Por último para pasar la tarde que mejor que bajar a la gran fuente del Parque Planty, o volver a los Jardínes del Palacio Branicki mientras esperamos a que llegue la noche. A la hora de salir el plan es fácil, quedarse en el centro donde, encontraremos una gran cantidad de pubs y algún que otro club en el que dejarse llevar hasta que llegue la hora de coger el tren de vuelta a Varsovia.


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